martes, 19 de enero de 2016

Nacimos para cuidar de alguien siempre?

Cuando somos pequeñas jugamos a la mamá con los bebés de juguete, cuando somos adolescentes nos enseñan a cuidar a nuestros hermanos, cuando tenemos novios nos enseñan a cuidar la relación, cuando nos empleamos nos toca cuidar del trabajo, cuando nos casamos nos dicen que debemos cuidar de la casa y el marido, cuando somos madres entonces nos toca cuidar a los hijos.



Con estos ejemplos solo te quiero hacer ver que fuimos educadas para estar constantemente cuidando de algo o de alguien, y eso esta bien cuando eso forma parte de nuestras responsabilidades, no puedes ser una buena mamá si no cuidas de tu hijo, o dejas de velar porque sus necesidades sean suplidas, el problema está en ese momento en el hacemos cosas equivocadas por las razones correctas. Es decir, cuando empezamos a cuidar mas allá de lo que nos corresponde, motivadas supuestamente por el amor, y la compasión, convirtiéndonos en mujeres que controlan todo y asumen responsabilidades que nos les pertenece.

Ser cuidador de alguien es una responsabilidad enorme, pero debemos aprender a discernir cuando el cuidado se sobrepasa de nuestra responsabilidad.

Por ejemplo, cuando estas casada asumes responsabilidades de ama de casa y de esposa, la responsabilidad con tu marido es atenderlo, amarlo, y todo lo que ya sabes porque en casa seguro te lo enseñaron, pero no puedes asumir por ejemplo la responsabilidad de que sea un buen trabajador, no puedes ser responsable de sus sentimientos y de las expresiones de estos. Transcender esos límites es peligroso, porque tu afán por cuidarlo te llevará entre muchas cosas a la sobre protección y hacer esfuerzos desmedidos por asumir el control, creando un caos y un desequilibrio en la relación.  Y esto es solo por poner un ejemplo, porque pudiera estar ocurriendo algo parecido en todas tus demás relaciones.

Asumir nuestras propias responsabilidades de por si a veces es una tarea dura y agobiante, sumar a las propias las que no son tuyas sera la peor decisión, porque las sentirás como ataduras que provocarán en ti de todo menos felicidad.   

Cuando de manera instintiva nos sentimos responsables de los sentimientos, de los pensamientos, de los problemas, de la comodidad y del destino de los demás, somos cuidadores. Ser cuidador consiste en asumir las responsabilidades de los demás, descuidando  la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos. Y el riesgo de caer en esta relación disfuncional es que inconscientemente hacemos responsables a los demás de nuestra propia felicidad, con la misma intensidad que nos creemos responsables de la suya.

Cuando asumes que eres una persona CUIDADORA, te darás cuenta que vas a encontrar infinidad de momentos en los que te sentiste como víctima. Sobretodo cuando todos tus esfuerzos nos fueron valorados, o cuando te das cuenta de lo mucho que te descuidaste por estar asumiendo la responsabilidad del cuidado.

Mientras estas cuidando de alguien le quitas la oportunidad de que esta asuma su responsabilidad. Inconscientemente les estas diciendo que asuman una posición cómoda porque tu harás los que a ellos les corresponde. Tener a alguien que siempre solucione todo, y que hasta piense por ti, resulta inmensamente atractivo, porque jamás tendrás que asumir ningún fracaso, error o equivocación. 

Cuidar a los demás puede convertirlos en inútiles dependientes, en personas heridas por tu control, personas inseguras y lastimadas, y en ocasiones hasta pueden sentirse usadas por  ti, por tener que cumplir tus expectativas y no las propias.

Entiende que tienes la responsabilidad de velar por tu propia paz y felicidad. Mientras estés invirtiendo tiempo en cuidar mas allá de tu responsabilidad a los demás, pierdes tiempo para ti para alcanzar aquello que solo tu puedes lograr.

Y no se trata que vayas ahora al extremo del egoísmo, en no velar ni cuidar de tus hijos, no te estoy sugiriendo que abandones tus responsabilidades, solo te estoy diciendo que no transciendas los límites de tus obligaciones, que no te excedas en los cuidados, que no anules a nadie, que no te hagas responsable de los sentimientos ajenos, que no decidas sobre las vidas de los que amas, cuando ya tienen edad de crear sus propios criterios, no te responsabilices de sus decisiones, cada quien debe aprender a ser responsable de lo que piensa, de lo que hace, de lo que dice y de lo que siente.

Lo mejor que podemos hacer es convertirnos en personas fieles a nosotros mismos, y dejar que los demás asuman sus propias responsabilidades.
Prométete fidelidad, presta atención a tus verdaderas responsabilidades y deja a los demás hacer lo mismo.
Si aún no sabes diferenciar cuales son tus responsabilidades reales y cuales son las de los demás, pues te invito a que hagas un inventario.

Nunca olvides, que somos responsables de nosotros mismos.

Nota: tema inspirado gracias a una reflexión que leí y que fue extraída del libro  ¨El lenguaje del adiós¨ escrito por Melody Beattie. Pero nada de lo que escribo fue extraído literal del texto original. Solo quise plasmar aquí mis impresiones y conclusiones luego de lo que leí.

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